Como podemos observar en las noticias que nos llegan de distintos conflictos internacionales, el acceso a la ayuda humanitaria suele ser, en ocasiones, un gran problema para la mayoría de la población, especialmente para los colectivos vulnerables, los niños, enfermos y ancianos.

No se puede tolerar, bajo ningún pretexto o argumento político, que estos colectivos, ni nadie que lo necesite, no pueda acceder a la ayuda humanitaria que las instituciones internacionales y un gran número de organizaciones no gubernamentales envían a los lugares de conflicto.

Para evitar las situaciones dramáticas que estamos viendo en Medio Oriente y en otros tantos lugares, tristemente, los organismos internacionales tienen que presionar, aún más, a los países para que estas ayudas humanitarias sean accesibles y de modo seguro a toda la población. Estos organismos tienen muchos recursos, además de políticos, para hacer llegar estas ayudas a una población que muere de hambre.

Estos días he podido ver en varios medios de comunicación, testimonios de personas que han organizado asociaciones para enviar ayudas a los países en conflicto y que viven hambrunas. Hay muchas iniciativas sociales de este tipo. La solidaridad sigue siendo un gran valor en nuestra sociedad. 

Estas instituciones caritativas o sociales denuncian las trabas administrativas que encuentran a la hora de hacer llegar las ayudas. Uno de los voluntarios que he escuchado, señalaba, que han necesitado más de seis meses para hacer llegar un container de ayudas a Medio Oriente. Entre tanto, muchos niños mueren de hambre y muchos ancianos no pueden recibir las medicinas que necesitan. 

Animo a nuestros lectores a que colaboren con estas instituciones que organizan este tipo de envíos. Son pequeños gestos que podemos realizar a favor de la humanización de los conflictos. Desde LOM también apoyamos varias iniciativas carmelitanas de este tipo. Sigamos aportando nuestro tiempo y nuestros recursos para poder responder al grito de ayuda de los inocentes.